Hagámosla parte de nuestra vida
Por: Oscar Acosta- Químico y Auditor de HACCP Certificado
Desde muy temprano en la niñez nuestros padres nos enseñan las buenas prácticas de higiene; bañarnos por lo menos dos veces al día o cuando sea necesario, lavarnos las manos cuando vamos al baño y cuando manejamos e ingerimos alimentos, estar apropiadamente vestidos y limpios, cepillarnos los dientes cuando nos levantamos y cuando nos vamos a la cama y entre comidas, cubrirnos la boca y nariz con un pañuelo desechable al estornudar y toser y luego a arrojarlo rápidamente a la basura, entre otras reglas básicas de acuerdo a cada región del mundo. Por alguna razón estas prácticas no la internalizamos apropiadamente o nos descuidamos de adulto poniendo nuestra salud y la de otros en riesgo.
Es curioso como las prácticas de higiene fueron evolucionando a través de la historia. La palabra Higiene, proviene de la diosa griega de la salud “Higieya”. Algunos filósofos de la antigua Grecia se negaban a creer que las enfermedades tenían un carácter divino y afirmaban que no se producían como un castigo de los dioses, sino como consecuencia de fenómenos naturales. Los romanos pasaban todo el día en termas cuidando su cuerpo y su higiene en honor de la diosa Higiea, protectora de la salud (Higiene). Esta costumbre se extendió también a Oriente, donde los baños turcos se convirtieron en centros de la vida social.
Luego de la caída del Imperio romano, 476 DC, comenzó una era oscura en la historia de la humanidad, llamada la edad media (siglos V al XV), donde las prácticas de higiene fueron olvidadas totalmente y aparecieron enfermedades y pestes. Desde los siglos XVI al XVIII los baños se evitaban porque los médicos pensaban que el agua por su presión y calor abría los poros y ablandaba el cuerpo exponiendo así a los órganos a enfermedades. Incluso empezó a difundirse la idea de que una capa de suciedad protegía contra las enfermedades y que, por lo tanto, el aseo personal debía realizarse en seco, sólo con una toalla limpia para frotar las partes visibles del organismo. Los médicos recomendaban que los niños se limpiaran el rostro y los ojos con un trapo blanco, lo que quita la mugre y deja a la tez y al color toda su naturalidad. Se decía que lavarse con agua era perjudicial a la vista, provocaba males de dientes y catarros, empalidecía el rostro y lo hacía más sensible al frío en invierno y a la resecación en verano. La higiene floreció como una auténtica ciencia otra vez a finales del siglo XIX e inicios del siglo XX, cuando se empezó a disponer de métodos propios de investigación y normas específicas de aplicación.
Las buenas prácticas de higiene en el manejo y manufactura de alimentos son una serie de actividades y/o procedimientos que permiten prevenir modificación en la composición de los alimentos o un deterioro de sus características organolépticas, así como eliminar las bacterias capaces de producir enfermedades que ponen en peligro la salud de la personas.
Las principales fuentes de contaminación para los alimentos son los seres humanos. Los humanos albergan gérmenes en ciertas partes de su cuerpo que pueden transmitirse a los alimentos al entrar en contacto con ellos y causar enfermedad. La piel, las manos, la nariz, la boca, los oídos y el pelo son partes del cuerpo humano a las que se debe prestar especial atención cuando se manipulan alimentos. También debe tenerse especial cuidado con las cortaduras o heridas, con el tipo de ropa que se utiliza durante el trabajo, con los objetos personales y con los hábitos higiénicos en general.
¿En qué consisten las buenas prácticas de higiene en la industria de alimentos o en cualquier lugar donde se maneje o se sirva alimentos?
• Usar ropa limpia y apropiada al tipo de trabajo que se desarrolle.
• Lavar las manos y sanearlas antes de iniciar el trabajo.
• Mantener las uñas cortas, limpias y libres de pintura y esmalte.
• Usar cubre cabello y barba.
• Evitar cualquier contaminación externa a los alimentos.
• No fumar, mascar, comer o beber.
• No se deben usar joyas, ni adornos que puedan causar contaminación.
• Cortadas o heridas, deberán cubrirse apropiadamente con un material sanitario (gasas o vendas) y colocar encima algún material impermeable (dedillo plástico, guante plástico), antes de entrar al área de proceso.
• Lavar y desinfectar frutas, verduras y utensilios de cocina.
• No Estornudar frente a los alimentos.
• No tocarse la nariz, toser o escupir durante su preparación de alimentos.
• No preparar los alimentos cuando se está enfermo.
• No tocar alimentos listos para consumo con las manos sucia.
• Lavar todos los utensilios utilizados antes y después de preparar los alimentos.
• No tener animales domésticos como perros y gatos cerca del área de manejo de alimento, pueden contaminar los alimentos.
• Controlar plagas como ratas y cucarachas.
• Utilizar agua potable para preparar los alimentos y para tomar.
• No acumular basura y residuos. Descartarlos apropiadamente.
• Procedimientos detallados para manejo de vómitos y diarrea.
Estas reglas básicas entre otras prácticas de higiene son de vital importancia, ya que de esta manera los negocios protegen sus identidades, prestigio y garantizan la salud de sus clientes. La contaminación alimentaria puede dañar seriamente la reputación de una empresa, dañar la reputación de la industria alimentaria y dañar la reputación de muchos trabajadores. En adición ayudan a prevenir el desarrollo de infecciones y posible epidemia causante de enfermedades y muertes que pueden ser evitadas.
Hagamos de las buenas prácticas de higiene un hábito para alcanzar una vida saludable y mantener nuestros alimentos inocuos.